jueves, mayo 23, 2013
AMLO, lejos del antisemitismo; Krauze, lejos de la generosidad de Vargas Llosa
HÉCTOR PALACIO
Narra Federico Arreola en “Cuando AMLO le pidió apoyo electoral a Enrique Krauze y por qué el proyecto no cuajó”, lo que una carta del escritor enviada a él mismo como director de SDPNoticias.com, confirma, que se reunió para cenar y platicar con López Obrador en el departamento del empresario Alfonso Romo en marzo de 2012.
Dice Arreola que de acuerdo a la opinión de los peruanos, el apoyo de Vargas Llosa fue fundamental para la victoria de Ollanta Humala aun en contra del perfil ideológico del escritor. Por esta razón, el equipo de López Obrador habría procurado esta cena con Krauze, para conquistar su apoyo a la campaña, sobre todo luego de que, entrevistado por Sergio Aguayo en diciembre de 2011, se expresara sin tanta aspereza del candidato de la izquierda; reconociéndole aun ciertos méritos pero sin cambiar su perspectiva de 2006, que López Obrador era un “mesías tropical”, un “redentorista” (ya sabemos que este es el rosario con el que ora por estos tiempos Krauze).
De acuerdo a Arreola, el apoyo no se dio por dos razones: 1. El error del grupo de AMLO al editar la entrevista de Aguayo a Krauze y hacer hablar a éste como si diera su abierto apoyo al candidato; garrafal error que fue enmendado de inmediato y que sólo los espíritus muy sensibles o con cierto rencor anidado no “perdonarían” o tolerarían. 2. Que el factor determinante sería, sin embargo, los crecientes ataques de Alfredo Jalife a Enrique Krauze considerados por éste como antisemitas.
Krauze habría solicitado el deslinde de AMLO sin lograr más que un tuit de éste: “Los enemigos de mis amigos no son mis enemigos”. Para Krauze no sería suficiente. De allí que en la carta referida haya establecido: “la complacencia de López Obrador con el antisemitismo me desconcertó y decepcionó. Mostró –cosa rara en él– poco conocimiento de la historia del socialismo, que en el siglo XX fue el enemigo mortal del fascismo antisemita”.
Antes que nada hay que subrayar la tolerancia, la “humildad”, el doblegarse, o la generosidad de AMLO al buscar a quien tan acremente lo trató y aun calumnió en “El mesías tropical”. Un desacierto, pues el perfil de Krauze, sobre todo en el tema económico, siempre ha sido muy claro y era impensable que fuera a modificar su posición, tal como lo muestra su carta, donde establece que se reunirían subsecuentemente “con el objeto de que considerara modificar su proyecto económico y, sobre todo, su actitud redentorista”. Es decir, no habría de encontrase un Vargas Llosa en un Krauze.
En lo personal, no considero a Alfredo Jalife como un antisemita sino como un anti-sionista. Él mismo lo ha explicado infinidad de veces y quizá, sí, le dedica demasiado tiempo y agresividad a este tema imposible. Yo mismo di mi opinión sobre el tema con base en el filósofo francés Michel Ofray en “Cuando el antisemitismo es un sofisma”. Desde mi perspectiva, cuando un judío es criticado no por ser judío sino por su trabajo o profesión y no encuentra argumentos para defenderse, suele recurrir al argumento siempre útil del holocausto, como se confirma en la frase de la carta de Krauze, donde “sutilmente” acusa de antisemita a AMLO. En este tema hay una certeza, todo mundo crítico valora a los judíos en términos raciales y culturales, pero no puede tolerar la política criminal de Israel contra Palestina, he allí la diferencia sustancial.
En algo estoy de acuerdo con Enrique Krauze, él no tiene ni tendrá en México el peso que Vargas Llosa tiene en Perú. Así que en caso de haber otorgado apoyo a AMLO, poco habría cambiado el curso de la elección. Se sabe que esta fue un proceso de compra de seis años, un confirmarse en las encuestas manipuladas de los diarios oficiosos y un ratificarse en los órganos electorales oficiales. En todo caso, el intelectual de peso pudo haber sido Carlos Fuentes, quien tan críticamente se había expresado de Peña Nieto; si tan solo hubiera vivido unos pocos meses más. Pero de una virtud más grande careció Krauze, de la generosidad del escritor peruano. Esa de dar un voto de apoyo aún a quien está en la antípoda ideológica con tal de no elegir a un régimen corrompido hasta las raíces como el caso del PRI en México. No hubo ni habrá tal generosidad.
Pero en todo caso, cuestionando a Krauze, ¿cómo dejar pasar la oportunidad histórica de atender las necesidades del país con un programa claro aunque perfectible, conformado por muchos de los intelectuales y científicos más reconocidos del país y conocidos por él mismo con tal de evitar la vuelta de un régimen que duró setenta años o el de ratificar el gobierno fallido de doce años?
Lo que sorprende es que Krauze acuse ahora –nueva calumnia- a López Obrador de ser complaciente con el antisemitismo. Que se sepa, AMLO nunca se ha proclamado en contra de los judíos, ni siquiera contra la política criminal de Israel. Durante su administración como jefe de gobierno del DF se reunió constantemente con empresarios judíos según reportaron los diarios y sus negocios prosperaron, tuvo en su gabinete a funcionarios del mismo origen racial o religioso o ambas cosas como Clara Sheinbaum o Clara Jusidman. Así que este no puede ser un argumento sostenible.
Todo se reduce, me parece, al encono permanente si no personal, ideológico, de Krauze en contra de López Obrador, a que ha sido un hombre básicamente beneficiario, a través de patrocinios y homenajes, del régimen combatido por el político y sobre todo, absolutamente sobre todo, a su ausencia de generosidad, a su mezquindad como ser social.
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