O Fecal encierra a Fox o Fox entierra en la cárcel a Fecal |
lunes, 15 de octubre de 2007 | |
Por María Teresa Jardí Repito lo que alguna vez ya dije, o varias: todos tendríamos que releer las extraordinarias novelas de lo que se llamó el boom latinoamericano. En particular, hay que releer aquellas que sobre los dictadores escribieron, casi se puede decir, todos los escritores de esa época ubicados. Escritores que contribuyeron a la caída de las dictaduras dando a conocer en Europa, desde España, lo que ocurría en América. Amén de aleccionadoras son parte de la memoria histórica novelada que suele ser, la más de las veces, la más fiel de las historias. Tan propenso, el pueblo mexicano, a olvidar la memoria es que llegamos a la dictadura de la mano de un civil, que legalizó el fraude con ayuda del Poder Judicial, luego que de la mano de la telecracia despertaran, él y su partido, el odio reflejado en la cara de los acarreados —-que actuaron por cuenta propia—- mandados a tumbar la inconcebible estatua del inconcebible Fox como mandatario ni de la más bananera de las repúblicas. No es lo mismo la estatua de Saddam Hussein tumbada por la ira del asesino imperio, cuando dejó de serle útil al yanqui Imperio, claro está, que lo ocurrido en Boca del Río, Veracruz, pero se parecen, vaya que se parecen, los dos eventos. Al igual que el cúmulo de agravios, de cuando ese señor era útil al Imperio, sufridos por el pueblo iraquí, se vio reflejada en la cara de los que tumbaban la estatua manipulados por el Imperio gringo. Y más allá de que en vida una estatua, como las de Hussein y la de Fox, son una ofensa para los pueblos incluso tratándose de un estadista, que lejos están los dos de haber sido, y, peor aún, cuando es el ego de Stalin revivido, él dicta a esos señores el despropósito de hacérsela ellos mismos o negociando con otro igual de tonto que se las haga, como en el caso del alcalde panista. A los también manipulados, por Fidel Herrera Ruiz Marín, también les fue cambiando la cara en el instante mismo en que dejaron de ser acarreados para volverse agraviados y empezaron a golpear al PAN, en la efigie de Fox, pensando, quizá, en el hambre que ellos pasan mientras los otros roban impunemente lo que al pueblo pertenece. Golpeaban al PAN porque ese partido acabó con la esperanza de que las cosas podían, ser en México, de otra manera. A Fox por lo mismo y además, por ser tan ladrón habiendo ofrecido que no sería un ladrón. La enseñanza es, me parece, que el PRIAN deja de serlo para volver a ser PRI cuando se baja en la escalera de la militancia. Con el PRI sucede como con la Iglesia Católica. La jerarquía está tan corrupta y pervertida que no hay nada salvable en ella. Pero los curas y monjas de a pie son otra cosa. La cúpula priísta es panista. Pero el PRI de abajo es todavía muchas otras cosas. Si los mexicanos fuéramos solamente el pueblo estúpido que creen Fox y Fecal, y sus inmundos voceros, entre los que destacan la telecracia y la prensa vendida y uno que otro ex contratado para enmendarle la plana a Fox, el que ahora va por el mundo diciendo que las pifias, no eran pifias, que las constantes equivocaciones eran una estrategia comunicacional para aumentar la aceptación en las encuestas, es decir, que Fox fingía ser un pendejo, para que los mexicanos se condolieran de lo tan pendejo que era, y votaran pensando que para lo tan pendejo que era no lo hacía tan mal como a la vista saltaba. Si fuéramos solamente ese pueblo estúpido, que buscan que seamos, ciertamente, México ya no sería ni siquiera el lugar donde la ira reflejada en la cara de un grupo de personas, que representan la ira de millones de ciudadanos mexicanos, le hace saber al PRIAN que no está dispuesto el pueblo mexicano a tragarse ni una ofensa más. O Fecal encierra a Fox o Fox entierra en la cárcel a Fecal. |
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