Voto inútil
Seguir igual o peor
Gobernadores consolidados
Alianzas, para no cambiar
o electoral no ofrece para el futuro inmediato más que la seguridad de que seguirá en el poder lo peor de la clase política, mediante los peores métodos y con las peores intenciones. Los gravísimos problemas nacionales no han logrado remover ni mejorar los procesos de selección de candidatos partidistas ni el entramado de sucios intereses que suele acompañarles hasta las urnas y ya en el ejercicio de los cargos buscados. Por el contrario: hoy se asiste a la consolidación de cacicazgos estatales a cargo de gobernadores priístas que, salvo en el caso de Chihuahua, en todos los demás impusieron a quienes quisieron como aspirantes a la sucesión, condicionada ésta a que los delfines
designados les cuiden las espaldas en términos políticos y judiciales.
Las maquinarias priístas de avasallamiento electoral, financiadas con recursos públicos y con aportaciones privadas
de oscuros y densos donantes-inversionistas, pretenden ser confrontadas mediante un artificio que en lugar de promover moralidad y esperanza las hunde: las famosas alianzas antitéticas que han llevado al panismo y al perredismo a aberraciones como la de ver actuando como débil oposición al partido presuntamente en el poder y al del sol azteca hacer pactos con su presunto adversario histórico irreconciliable. Asociación perversa de quienes se declaran tempranamente perdedores al grado de que sólo juntando sus capitales enemigos podrían aspirar a girar algún cheque de baja monta, siempre con el panismo como único beneficiario posible, con el perredismo chucho como comparsa en busca de migajas privatizadas y con la ínfima propuesta desoladora de cambiar a unos priístas por otros, sin perspectiva real de cambios más que de nombres y bandos.
Hay un panorama político rediseñado a partir de las alianzas perreánicas y los pactos de Bucareli que no pudieron ser mantenidos en secreto: el priísmo se ha desgastado en estos trances, pero no a los niveles de PAN y PRD; Peña Nieto pudo salir adelante del escándalo de los contratos firmados y su adversario Beltrones apenas alcanzó a fijar posición adversa a lo hecho por Paredes y el gobernador del estado de México, pero sin afectar el posicionamiento mediático adelantado de éste. En el PAN las noticias no pueden ser peores: Calderón se pelea con todo mundo y cada vez está más solitario y acotado, con una fuerza de control estadunidense cada vez más explícita y con una silenciosa rebelión de gobernadores priístas en contra (ayer, el de Tamaulipas se quejó de la desatención del gobierno federal a los problemas de fondo de su entidad; antes, la de Yucatán le había plantado en el aeropuerto y le había puesto cara de molestia durante una gira amarga, y más atrás, el de Coahuila había hecho críticas duras a esa misma administración felipista belicosa). El comisionado de Los Pinos para el manejo del PAN, César Nava de Patylú, carece de fuerza y respetabilidad, pero allí sigue, para evitar que prospere alguna rebelión interna contra el jefe real, Calderón, si se abriera alguna fisura mediante la renuncia del golpeado César. El PRD sigue viento en popa en los niveles directivos en cuanto a ganancias por las alianzas con el PAN, aunque socialmente se ha desdibujado y los resultados electorales (que son lo de menos para las cúpulas, pues sus pagos los consiguen por otras vías) podrían ser lamentables.
En ese esquema, López Obrador se ha quedado atrás y en riesgo de ser rebasado por los veloces reacomodos en curso. Mantiene, desde luego, una base social que le es absolutamente fiel, pero ya no hay signos de control de las estructuras partidistas o frentistas, pues sin ningún empacho los Chuchos le juegan las contras (antes se detenían un poco ante el temor de señalamientos o acusaciones del tabasqueño) y el tal Dia (sucesor del frente de tres partidos que tenían como eje a AMLO) es manejado por Manuel Camacho más en función de los intereses de Marcelo Ebrard y de una convivencia pragmática
con el calderonismo. Otra franja de seguidores de López Obrador han quedado insatisfechos con la manera tibia y fuera de tiempo con que ha reaccionado ante los planteamientos de las alianzas perreánicas, aferrado a una pálida descalificación meramente discursiva.
El gran caldero sigue hirviendo, los gringos cada vez asoman más la mano sobre el tablero del perdido control nacional y la economía no repunta en la proporción que los discursos oficiales, pero la política y los políticos siguen igual, obsesionados con el tejido de las redes de poder que garanticen que todo siga igual, o peor.
Astillas
Varias columnas atrás (el 26 de enero, con el título Zacatecas, ¿al PAN?
) se habló aquí de los indicios de arreglos para que en Zacatecas triunfe
un panista a cambio de allanar el camino a alguna de las dos García (Amalia o su hija plenipotenciaria, Claudia Corichi) en aventuras políticas futuras, por ejemplo, una candidatura en el Distrito Federal de la todavía Señora Gobernadora. Ayer le preguntaron a Jesús Ortega sobre esos pactos en lo oscurito para favorecer al blanquiazul a costillas del sol azteca y, obviamente, lo negó con la misma enjundia con que meses atrás negaba que estuviera en curso un reconocimiento de Nueva Izquierda a la condición presidencial
de Felipe Calderón. Lo cierto es que en Zacatecas el candidato del PRD, los Chuchos y las poderosas García nomás no levanta vuelo, de tal manera que todo puede suceder
(incluso, que el PAN gane) en un escenario político intencionalmente fracturado y envenenado en el que compiten los candidatos de las familias PRI, Monreal, García y Calderón... En Sinaloa, Felipe Calderón cumplió con su propósito de cerrarle el paso a los panistas verdaderos (Heriberto Félix Guerra y Manuel Clouthier junior) y dejar que la sucesión se dirima entre priístas: unos, del lado del actual gobernador, Jesús Aguilar; otros, del lado (panista
) del ex gobernador Juan S. Millán... Y, mientras Ulises baja el switch en Oaxaca, ¡hasta mañana, con Jean Succar Kuri de regreso a casa, en un Cancún de puertas abiertas!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
México: El rector de la UNAM y las batallas nacionales unitarias que urgen organizarse
1. Los discursos y declaraciones del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tienen un enorme peso en el país porque ésta es una institución que agrupa a cerca de medio millón de estudiantes, académicos y trabajadores; pero también porque el contenido de muchos de ellos suelen convertirse en denuncias públicas sobre la realidad que vivimos. Más en México porque los que ocupan cualquier cargo –por más pequeño que fuera- se pasan el tiempo defendiendo y halagando a sus autoridades superiores al mismo tiempo que silencian o esconden los terribles males del sistema. Incluso la clase política y sus partidos electoreros –que viven extremadamente bien- dedican sus discursos a criticar errores, pero se cuidan de no ir al fondo de los problemas para no afectar a sus propios intereses.
2. El rector José Narro señaló ayer en Guanajuato: “Después de 200 años de vida independiente, los mexicanos vivimos atrapados por la desigualdad, y en busca de la modernidad y la democracia”. Dijo que de 1808 a la fecha se ha incrementado a más de 100 millones de mexicanos; pero “en el México de hoy, casi la mitad de la población vive en pobreza, y de ese total, 19.5 millones de mexicanos padece pobreza extrema”. Cuestionó que la independencia, la revolución, la modernidad, el llamado desarrollo estabilizador, la apertura económica y la democracia, no se hayan traducido en equidad social y aproximó una respuesta seria, real e histórica: “la disparidad social que se percibe es por la injusta repartición de la riqueza en el país”. Sin embargo estos discursos se convierten en repetitivos al no estar respaldados en la práctica.
3. Lo que el rector señaló lo hemos dicho muchas veces desde la oposición política sin que nadie nos haga caso, pero que el rector de la UNAM lo diga o lo reconozca sirve para demostrar que siempre desde la izquierda hemos tenido la razón. Cuando Narro señala lo que grandes “personalidades” silencian: “6 millones de mexicanos no saben leer ni escribir; 7.5 millones de jóvenes mexicanos no tienen la posibilidad estudiar o trabajar; 10 millones de mexicanos no cuentan con empleo permanente; 20 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios públicos de salud; de los 9 millones de indígenas censados en México hasta el año 2000, el 9 por ciento son niños, entre 6 y 14 años, que no acuden a la escuela”, la opinión pública nacional y de otros países se entera de la situación que realmente vive el país, frente a una intensa publicidad de lo contrario.
4. Pero, del otro lado -a pesar de sus discursos y declaraciones- se sigue presentando al rector de la UNAM como un personaje de derecha, sobre todo entre los estudiantes y profesores en el interior de la propia universidad. En México se dice: “candil en la calle y oscuridad en la casa”, es decir, el rector ha denunciado muchas realidades negativas en la economía y la política nacional con el objetivo de plantear cambios de fondo; pero –según se dice y se puede probar- dentro de la UNAM no cambian las estructuras de poder que impiden una vida participativa y democrática dentro de la máxima casa de estudios del país. Me tocó vivir como profesor 12 años en la UNAM (el final del rectorado de González Casanova y todo el periodo de Soberón Acevedo) Por más batallas que dieron los estudiantes y dimos los profesores la estructura autoritaria de la UNAM siguió siendo la misma.
5. Esto me ha llevado a pensar que –con excepción de pequeñas reformas ridículas, muy engañosas- nada podrá cambiar de fondo si no se transforma de raíz la economía, la política, la manera pensar de gobernantes y población del país. Así como nada trascendente puede hacerse en la UNAM para cambiar objetivos, planes y programas, tampoco en estado de la República alguno podrán hacerse cambios profundos sin que antes el país registre una revolución radical. Lo se ha observado siempre es que se realizan pequeños cambios, a los que siempre se les da espectacularidad, para que todo siga igual. Así pasan los años, las décadas, los siglos y pareciera que nos movemos en un círculo en el que cada vuelta son las mismas cosas. Aquellos cambios dialécticos en espiral, en el sentido de que siempre arribamos al progreso, quedaron en la ilusión.
6. Las batallas defensivas locales, “muy concretitas”, están bien para desarrollar la conciencia de lucha, pero pronto son reprimidas, absorbidas y derrotadas por la poderosa clase gobernante o empresarial. A estas pequeñas batallas hay que darles carácter nacional e internacional para que no mueran por cansancio. La historia mundial ha demostrado que si a una lucha local de los trabajadores no se le ayuda a entender su carácter limitado y no se le ubica en su carácter de clase nacional por lo menos, realmente sirve de poco. Quizá por eso las luchas estudiantiles de la UNAM, la UAM, el Poli, aunque sean de decenas o cientos de miles de jóvenes, no han podido lograr todos sus objetivos. Ninguna batalla contra la opresión debe ser solamente estudiantil, obrera, campesina o ciudadana; todas tienen que estar abiertas a la unidad de otras fuerzas.
7. Las denuncias del rector Narro deben ser apoyadas, pero se quedarán en el campo de la demagogia si al mismo tiempo no se hace nada para instrumentar los cambios de esa terrible realidad que se hace pública. La UNAM podrá convertirse en vanguardia de un gran movimiento nacional si es consecuente en reconocer que el país y sus trabajadores –en su bicentenario- siguen viviendo tan mal como hace dos siglos. Basta ya de luchas aisladas de estudiantes, electricistas, mineros, oaxaqueños, guerrilleros y ciudadanos de la llamada sociedad civil. Para que las cosas cambien en el país las pequeñas batallas aisladas sirven muy poco y suelen producir muchas pérdidas de luchadores sociales. Nuestros proyectos –incluso en nuestras batallas defensivas- deben ser nacionales dentro del contexto internacional. ¿Se puede olvidar que los imperios imponen sus políticas?
pedroe@cablered.net.mx
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